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Salud en el trabajo y edad, los problemas crecen

Uno de los tres grandes retos a los que se enfrenta el mercado de trabajo del viejo continente –según el Marco estratégico de la UE en materia de salud y seguridad en el trabajo 2014-2020– es el envejecimiento progresivo de la población trabajadora, lo que previsiblemente incrementará la incidencia de determinadas patologías laborales y dará lugar a la aparición de otras nuevas.
La Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2015-2020 asume esa vulnerabilidad relacionada con la edad, pero además añade que los trabajadores jóvenes están sometidos a mayor temporalidad y flexibilidad, lo que también da lugar a efectos negativos en los indicadores de seguridad y bienestar físico y mental.
Hace unos días, el INSHT ha publicado el Informe sobre el estado de la seguridad y salud laboral en España 2015, que contiene preocupantes afirmaciones, como que Los cambios recientes producidos en los centros de trabajo respecto a la duración de la jornada, el salario y la organización del trabajo han afectado a casi la mitad de los empleados en activo. Para estos, el balance es, en general, de más horas de trabajo semanal, más tareas que cumplir y menos salario. (…) Son los más jóvenes los que trabajan en jornadas semanales cortas (de menos de 35 horas), pero también más desfavorables, como el trabajo nocturno, en sábados y domingos. Además, tienen menos flexibilidad para adaptar su horario de trabajo y, en particular, con mayor frecuencia tienen empleos que les obligan a incorporarse al trabajo cuando son requeridos con poca antelación de tiempo.
Asistimos a un incremento continuado de los índices de siniestralidad, en lo tocante no sólo a accidentes de trabajo sino también a enfermedades profesionales y mientras tanto las políticas públicas de prevención de riesgos laborales se mantienen en el letargo en el que las sumió la crisis económica, cuando se decidió que no eran prioritarias.
Los cambios en las relaciones laborales han venido para quedarse, el envejecimiento es progresivo, pero imparable y las duras condiciones del empleo al que acceden los jóvenes no son una previsión, sino una realidad que vivimos hoy. Cada siniestro laboral tiene un elevado coste humano y económico, mientras que cada euro invertido en prevención alcanza un rendimiento económico de 2,20 euros.
Es momento de reaccionar, desde las empresas y desde las administraciones. Desde ATAMA Estrategia Responsable podemos contribuir al diseño de estrategias para mejorar la respuesta frente a los retos de la edad en el trabajo. ¿Empezamos o seguimos esperando?

RSE

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